sábado, 12 de febrero de 2011

Anselmo de Aosta

SAN ANSELMO , conocido como Anselmo de Canterbury (1033-1109), teólogo filosófico inglés, nacido en Italia. Monje benedictino y segundo arzobispo normando de Canterbury, es conocido principalmente por su método distintivo –fides quaerens intellectum–, su argumento «ontológico» en favor de la existencia de Dios en su tratado Proslogion y su formulación clásica de la teoría de la satisfacción de la Expiación en el Cur Deus homo.


Como Agustín antes que él, Anselmo es en metafísica un platónico cristiano. Aduce que las pruebas más accesibles de la existencia de Dios son las que discurren por la teoría de los valores: en su tratado Monologion, despliega un argumento cosmológico, mostrando la existencia de una fuente de todo bien, que es el Dios per se y por consiguiente el bien supremo; eso mismo existe per se y es el Ser Supremo. En el Proslogion, Anselmo comienza con su concepción de un ser mayor que el cual nada puede concebirse, y encadena su argumento ontológico afirmando que existe en el intelecto un ser mayor que el cual nada puede concebirse, porque aun el necio entiende la frase cuando la oye; pero si existiera sólo en el intelecto, podría concebirse otro mayor que existiera en la realidad.

 Ese objeto de sumo valor es esencialmente lo que es mejor ser que no ser –siendo el resto igual– y es por tanto vivo, sabio, poderoso, verdadero, justo, bendito, inmaterial, inmutable y eterno per se, e incluso el paradigma de los bienes sensoriales –Belleza, Armonía, Dulzura y Textura agradable–, a su propio modo inefable. No obstante, Dios es sumamente simple, no compuesto de una pluralidad de excelencias, sino «omne et unum, totum et solum bonum», el ser más delicioso que pueda concebirse.

Todo lo que es distinto de Dios obtiene su ser y su bienestar a través de Dios como causa eficiente. Además, Dios es el paradigma de toda naturaleza creada, clasificándose ésta como mejor o peor por su mayor o menor parecido con Dios. Así, es mejor ser humano que caballo, y caballo que madera, por más que en comparación con Dios cualquier cosa es «casi nada». Para cada naturaleza creada hay un aquello-para-lo-que-fue-hecha (ad quod factum est). Por una parte, Anselmo concibe esa teleología como parte de la estructura interna de las propias naturalezas: una criatura de tipo F es un verdadero F sólo en la medida en que es/hace/ejemplifica aquello para lo que fueron hechos los Fs; un F defectuoso lo es en la medida en que no lo es o no lo hace. Por otra parte, para Anselmo el telos de una naturaleza creada es aquello-por-lo-que-Dios-lohizo. Como Dios es personal y actúa a través de la razón y la voluntad, Anselmo infiere que, en la razón del hacedor, un ejemplar, semejanza o modelo de lo que iba a hacer, antecede (en el orden de la explicación) a la creación. En De Veritate Anselmo mantiene que semejante teleología da lugar a la obligación: puesto que las criaturas deben su ser y su bienestar a Dios como su causa, le deben por ello su ser y su bienestar, estando obligadas a alabarle siendo los mejores seres que puedan. 

En De casu diaboli, Anselmo subraya el optimismo de su ontología, arguyendo que puesto que el Bien Supremo y el Ser Supremo son idénticos, todo ser es bien y todo bien ser. Se siguen dos conclusiones más. Primera, el mal es una privación de ser, la ausencia de bien en algo que propiamente tendría que tenerlo (por ejemplo, la ceguera en animales normalmente dotados de visión, la injusticia en los humanos y los ángeles). Segunda, puesto que todas las capacidades genuinas se dan para permitir a un ser cumplir su telos natural y así ser el mejor ser posible para él, todas las capacidades genuinas (metafísicamente básicas) son optimizantes y están esencialmente orientadas hacia los bienes, de modo que los males son efectos laterales meramente incidentales de su actuación, que suponen una falta de coordinación entre capacidades o entre su ejercicio y el entorno en el que se efectúa. Por tanto, la omnipotencia divina no incluye, hablando propiamente, la corruptibilidad, la fugacidad o la capacidad de mentir, puesto que son defectos y/o capacidades de otras cosas cuyo ejercicio obstruye el florecimiento de lo corruptible, perecedero o potencialmente mentiroso.

La distintiva teoría de la acción de Anselmo comienza teleológicamente con la observación de que los humanos y los ángeles fueron creados para una inmortalidad feliz disfrutando de Dios, y con ese fin se les dieron la capacidad de razonar para hacer juicios de valor certeros y la voluntad para amar en consonancia. Anselmo ve la libertad y la imputabilidad de la elección como rasgos permanentes y esenciales de todos los seres racionales. Las elecciones y las acciones son imputables a un agente sólo si son espontáneas en el propio agente. Las criaturas no pueden actuar espontáneamente por la necesidad de sus naturalezas, porque no tienen sus naturalezas por sí mismas, sino que las reciben de Dios.

Cuando Anselmo insiste en que los humanos fueron creados para una intimidad beatífica con Dios, y por tanto están obligados a buscar a Dios con todas sus fuerzas, incluye, subrayándolas, la razón y el intelecto junto a la emoción y la voluntad. Dios, el objeto que controla, nos es en parte permanentemente inaccesible (por la inconmensurabilidad ontológica entre Dios y las criaturas) y nuestro progreso se ve obstaculizado por las consecuencias del pecado. Nuestras capacidades funcionarán mejor, y por consiguiente tenemos el deber de seguir el orden correcto en su uso: remitiéndonos primero a la disciplina holista de la fe, que enfocará nuestras almas y nos orientará en la dirección correcta. Sin embargo, también es un deber no permanecer pasivos en nuestro reconocimiento de la autoridad, sino que la fe tiene que tratar de entender lo que se cree. La obra de Anselmo exhibe una estructura dialéctica, llena de preguntas, objeciones y opiniones enfrentadas, concebida para remover las mentes. Su cuarteto de diálogos escolares –De grammatico, De veritate, De libertate arbitrii, y De casu diaboli– así como su último tratado filosófico, De concordia, anticipan el género de las cuestiones (quaestiones) escolásticas, tan dominante en los siglos XIII y XIV. Sus discusiones también destacan por la atención que se presta a las modalidades y a la distinción de los usos lingüísticos propios e impropios.

Puntos importantes:


¨Nació en Aosta del Piamonte,ingresó en el monasterio de Bec,en Normandía,del que fue nombrado prior en el 1063 d.C.,y abad en el 1078.La mayor parte de sus obras son resultado de las discusiones que dirigía en el monasterio.Desde el 1093 d.C. fue arzobispo de Canterbury.
¨Conocido como el padre de la Escolastica
¨ Gran defensor de la Inmaculada Concepcion de Maria.
¨Conocido por su obra Argumento Ontologico.

Adams, Marilyn McCord. "Anselmo, San." Diccionario Akal de Filosofia. Ed. Robert Audi. Madrid: Ediciones Akal, S.A., 2004. 58-60. Gale Virtual Reference Library. Web. 4 Apr. 2011.

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